jueves, 6 de agosto de 2009

Amigo imaginario, amigo invisible.. llamanos como quieras. Quizá crees en nosotros, quizá no. El caso es que eso no importa. Como la mayoría de las personas que realizan tareas realmente fantásticas, no existimos para que hablen de nosotros y nos dediquen alabanzas; solo existimos para satisfacer las necesidades de quienes nos precisan. Tal vez no existamos en absoluto; tal vez sólo seamos producto de la imaginacion de la gente; quizá sea pura coincidencia que niños de dos años que apenas saben hablar decidan entablar amistad con personas que sólo los adultos no ven. Acaso todos esos médicos y psicoterapeutas tengan razón al sugerir que simplemente esas criaturas están desarrollando la imaginación.
Pero siganme la corriente un instante. ¿Es posible que haya otra explicación que se les haya ocurrido para mi historia?
La posibilidad de que en efecto existamos. De que estemos aquí para ayudar a quienes nos necesitan, a quienes creen en creer y por consiguiente nos ven.
Siempre miro el lado positivo de las cosas. Siempre digo que no hay mal que por bien no venga, pero, la verdad sea dicha -y creo firmemente en la verdad-, durante un tiempo me costó mucho encajar mi experiencia con Elizabeth. No lograba entender que habia ganado yo, sólo veía que su perdida era una gran nube negra de tormenta. Pero luego, como en el transcurso de los días pensaba en ella a cada segundo y cada vez sonreía, me di cuenta de que conocerla y, por encima de todo, el hecho de amarla habian sido lo mejor que me había pasado en la vida.
Era mejor que la pizza, mejor que las aceitunas, mejor que los viernes y mejor que dar vueltas en una silla giratoria, e incluso ahora que ya no está entre nosotros, y se supone que no debería decir esto, de todos mis amigos, Elizabeth Egan ha sido con mucho, mi favorita.
Fin.



El libro más lindo ♥
Si pudieras verme ahora, Cecelia Ahren.

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