Cierro los ojos. Imagino donde estará. Que estará haciendo. Con quién. La intensidad de su sonrisa. El brillo de sus ojos. Imagino cada gesto. Cada pensamiento. Hace sol. Pero no me gusta. Entonces, imagino que el cielo se nubla de repente. Llueve. Cada vez me gusta más. Imagino cada detalle a su alrededor. Árboles. Carreteras vacías. Un parque casi solitario. Una cabina de teléfono. Y una parada de dónde estará resguardándose de la lluvia y el frío. Aún así lo imagino feliz Pero no conforme con eso. Me imagino a mi misma en la misma escena. Una aparición “imposiblemente” casual. Un reencuentro. Imagino nuestras miradas. Su expresión. Imagino risas. Una infinita fila de diálogos interesantes y no tan interesantes. Un beso. Dos, tres, hasta cien. Imagino que nos mojamos con
jueves, 5 de febrero de 2009
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